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jueves, 12 de julio de 2012

~4.

Jamás pensé que volvería a hacer esto, pero lo hago. Recorro todo tu cuerpo con mis dedos, memorizo cada lunar, cada peca de tu cara. Sonríes al notar mis caricias. Hola, te digo, al fin estás despierto. , te limitas a contestar. Yo sigo ensimismada con las perfección de tu cuerpo, mientras que tú juegas con un mechón de mi pelo. Te quiero, susurras, y se me para el corazón por un segundo. Es tan... irracional que tú me digas eso a mí, ¿cómo puede ser?
Me pongo rígida, y tú, por supuesto, lo notas; me levantas y me colocas a tu lado y yo me acomodo en tu pecho. ¿Qué te pasa, mi amor?, me preguntas. Yo sigo muy quieta y callada. ¡Dime!, mi instas en un susurro. ¿Es que tú a mí no me quieres? Claro que sí, quiero decirle, ¡claro que sí! Pero no me atrevo, como siempre. 
De repente, me colocas en frente de ti, a escasos centímetros de tu hermoso rostro, y me dices algo que me parece totalmente surrealista: te amo.
Pasa un segundo. Dos. Tres. Cuatro...
Como yo a ti, susurro finalmente.