Traductor

jueves, 7 de agosto de 2014

Heridas.

Recuerdo que de pequeña me hacía muchas heridas porque solía caerme al suelo, que tampoco he cambiado tanto, aunque ahora éstas no sean tan superficiales y visibles. Normalmente eran cortes, no muy profundos, pero se sangraba. Algunos lloraban hasta que se las curaban, otros, aguantábamos el dolor hasta que se hacía inaguantable.
Pero, mientras, jugabas, corrías, saltabas, y la herida se infectaba.
No me entiendes, ¿verdad? No sé por qué me sorprendo tampoco, si nunca lo has hecho.
Yo soy la herida, y estoy abierta. Deja de echarme arena.