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sábado, 12 de octubre de 2013

Y cuando cae la noche.

Acumuladas lágrimas que sueñan con bañar mis mejillas, brotar de mis ojos como si de palabras se tratara. Porque, no, no puedo expresar lo que siento con ellas, aún no han inventado unas que definan... todo esto. Y qué si sonrío. Y qué si me río. El vacío persiste ahí, no encuentro solución.
Y entonces es cuando viene el llanto contenido. Porque me niego a llorar, porque lo evito. Porque eso no cambia nada, no soluciono nada en absoluto. Y quiero seguir llorando. Y me tiemblan los labios, los ojos, las manos. Todo se está derrumbando, ya ni me reconozco.


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