Traductor

viernes, 28 de febrero de 2014

Supongo que tal vez nunca llegue a olvidarte.

Hace mucho que no te escribo, aunque en realidad nunca llegué a pensar que estas cartas fueran para ti, pero, ya ves. Estoy confundida, ¿sabes? Has desaparecido, por fin te has ido, y sigo triste. Sigo queriendo llorar. Sigo queriendo romper cristales y tirar cosas, a pesar de que con tu ausencia se marcharía todo lo que me quemaba por dentro. Y, sin embargo, aquí sigo, resquebrajándome en mil pedazos. Porque siempre, por muy lejos que corra, y aunque no mire hacia atrás, te veo en todas las esquinas. Pensarás que estoy loca, que no te teletransportas, que continúas en tu sitio, donde yo te dejé como medida de autodefensa, intentando evitar más daño del que ya me hacía yo sola, pero estás en todas partes. Tu risa burlona, tu mirada desdeñosa, me acompañas a todas partes, como una sombra, te veo en toda esa gente, y tampoco parece que vayas a desaparecer de aquí a un corto período de tiempo. ¿Es que me vas a perseguir toda la vida? ¿No vas a dejarme nunca avanzar, crecer, pasar página? ¿O soy ya la que sigue pensando en ti?