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sábado, 29 de marzo de 2014

¿Locura? No lo creo.

Pensar es algo malo, o eso dicen, pero, en cambio, a veces, te trae cosas buenas. Recuerdas algo que habías olvidado por completo, como un chiste que te contó alguien, y, sin querer, sonríes. Sonríes en mitad de una calle abarrotada, te ríes a carcajadas, y el mundo te observa con el ceño fruncido.
Porque estamos acostumbrados a las desgracias. Sabemos diferenciar perfectamente lo que podría ocurrir en una película y lo que realmente ocurre en la vida real. En la película, la gente te miraría, sonreíría e, incluso, aplaudiría. En la vida real eres considerado un loco.
Varias veces me dijiste que mi inconsciencia me haría perder la cordura, o quizás incluso más cosas. Que las tonterías que decía no eran realistas, que no acabaría bien. Gritaste cientos de veces que pusiera los pies en la tierra, que recuperase la sensatez, si es que alguna vez había tenido.
Y, tal vez, tengas razón, pero la vida pasa en un suspiro y puede que estemos aquí hoy y ya mañana no, así que ¿por qué no disfrutar de lo que nos ofrecen?
Sí, me gusta soñar, ¿y a quién no? Sonrío como una estúpida cuando hablo con mi mejor amiga, me río de los chistes malos porque son los únicos que me hacen gracia, me gusta pensar en el futuro como algo brillante, no como una cosa inalcanzable. En teoría ya he madurado y continúan gustándome los dibujos animados, ¿y qué? Me tiro por el suelo, salto y bailo y canto aunque no sepa.
No eres quién para decirme qué debo hacer con mi vida, porque, repito, es mi vida. Deberías preocuparte de la tuya, porque, ¿sabes?, es monótona. ¿Qué hay de esas pequeñas alegrías que luego se convierten en una gran alegría? En tu vida son inexistentes.
¿Crees que es malo "hacer el tonto"? Lo tuyo es mil veces peor.

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