Abres los ojos y ahí está: su sonrisa ilumina su preciosa cara, las arrugitas en los ojos han acupado su lugar, su diente torcido asoma a la vista. Tu respiración se acelera, sin duda tu cuerpo sabe lo que vendrá a continuación.
Se pasa la lengua por el labio inferior ("Una costumbre", te dijo, aunque crees que lo hace para ponerte aún más nerviosa) y su cálido aliento cae sobre tu rostro. Sólo dos centímetros os separan, hasta que vuestros labios colisionan. Y no sabes si es porque lo deseabas con todas tus ganas o lo esperabas hace mucho tiempo, o simplemente porque es él, pero te tiemblan las piernas.
Traductor
domingo, 16 de marzo de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario