Traductor

sábado, 5 de mayo de 2012

~

La lluvia cae sobre mi capucha y moja los pocos mechones de pelo que sobresalen del gorro. No te asustes, me dice, no te voy a volver a hacer daño. Yo le creo, como he hecho desde que le conozco. He creído todas sus mentiras, y ahora de verdad que me arrepiento.
No, le contesto, no te creo; siempre haces lo mismo. Él me mira, extrañado. ¿Es que no se ha dado cuenta aún de que ya no soy esa chica estúpida que se creía todo lo que le decían, que he cambiado, que he madurado?
¿Qué ocurre?, pregunta. ¿Qué ha cambiado?
Todo, respondo, todo ha cambiado. Tú, yo... nosotros.
¿Es que ya no me quieres?, pregunta en un susurro, aterrado.
¿Es que tú a mi sí?, le digo con escepticismo.
Sí, masculla, aunque ya no le creo.
Estoy harta, chillo, importándome un bledo que la gente piense que estoy loca, como hacía antes. No soporto ni por un momento más tus mentiras. Odio cuando me miras y me dices "te necesito", aún sabiendo que nos es así, que tienes a otras, que nunca me has querido y que nunca lo vas a hacer. Ya no quiero ser tu juguete, me cansé de esperar. Vete con otras, vete, a mí me da igual.
Él me mira, ahora enfadado. Pues sí, grita, igual de alto que yo, nunca te he querido y nunca te voy a querer. Eres insoportable, quisquillosa, inmadura, estás loca, me desquicias... ¿Cómo voy a quererte?
Pues a mí me gusto, respondo, encongiéndome de hombros. Él se aleja; parece que ya está todo dicho.
Por fin libre, pienso. Libre, después de tanto tiempo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario