Traductor

lunes, 2 de septiembre de 2013

Déjame marchar, por favor.

Dije que no una y otra vez, lo repetí hasta la saciedad, pero ahora estás aquí de nuevo. Odio admitir que te he echado de menos, que te necesito conmigo, que quiero que te quedes, porque eso significaría que no aprendo de mis errores, que vuelvo a confiar en quien un día me traicionó, en quien me hizo daño y me hizo sufrir. Y, sin embargo, un par de palabras bastan para trasladarme a otro sitio en el que valía todo con tal de sonreír, aunque me pasara las noches llorando. Y lo odio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario